miércoles, 27 de julio de 2016

COLUMNA

Cosmos
Héctor Contreras Organista

LA SECUNDARIA DIURNA
Rápidamente les explico que mi paso por la escuela Secundaria inició en septiembre de 1960. Esto sucedió en el viejo edificio del Colegio del Estado, donde hubo, como sucedía todos los años, una novatada. Cuando nos íbamos a inscribir, ya lo muchachos de segundo y tercer años nos esperaban en las afueras del edificio tijera en mano y por la fuerza nos cortaban el pelo. Al ingresar al primer año, en todos los salones de ese grado habíamos puro muchacho con la cabeza rapada, pelones. Aquello parecía escuela de karate.
El 21 de octubre de ese año, dio inicio la huelga estudiantil porque el gobierno del estado que encabezaba el general Raúl Caballero Aburto (originario de Ometepec), quería establecer una Universidad del Sur. Pero los estudiantes pretendían que se fundara la Universidad Autónoma de Guerrero, independiente del gobierno.

Inicialmente fue un estira y afloja entre estudiantes y gobierno, situación que al paso de los días alcanzó a levantar ámpula porque el pueblo de Chilpancingo con sus barrios fueron en apoyo de los jóvenes estudiantes y lo mismo ocurrió con los comerciantes del mercado “Nicolás Bravo” quienes abandonaron sus locales en el centro de la población y se establecieron con sus vendimias en los prados de la alameda “Granados Maldonado”, todos en apoyo a los estudiantes. Se unieron los padres de familia, luego los empleados del gobierno del estado y al rato de todas las regiones del estado llegaban apoyos al movimiento estudiantil que para el 2 de noviembre, día de muertos, ya era un movimiento popular en contra del gobernador Raúl Caballero Aburto.
Finalmente, luego de la masacre ocurrida la tarde del 30 de diciembre de 1960 frente al edificio docente del Colegio del Estado, donde una veintena de personas, entre niños como Salvador Serrano Moreno y gente mayor, mujeres y hombres cayeron abatidos por las balas disparadas por el ejército y elementos de la policía del estado, cayó el gobierno del último militar investido como gobernador en Guerrero, Raúl Caballero Aburto. El 4 de enero de 1961 llegó su relevo en el gobierno, Arturo Martínez Adame (chilpancingueño) quien venía de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, enviado por el Congreso de la Unión y por el presidente de ese entonces, Adolfo López Mateos.
Cimentada como proyecto universitario, grado que alcanzó tres años después, en 1961 comenzó a operar la Universidad Autónoma de Guerrero habiendo quedado en su seno solamente escuelas con carrera universitaria, por lo que las escuelas Secundarías, la escuela de Comercio y Contaduría, quedaron fuera. 
El gobierno tuvo entonces que improvisar escuelas secundarias y en Chilpancingo se fundaron de prisa dos: La Secundaria Diurna, número uno, establecida en el edificio de la Escuela Primaria Vicente Guerrero y la Escuela Secundaria Nocturna Dos, funcionando en las instalaciones del viejo edificio de la Escuela Primaria Morelos. Se armó de prisa también un stock de profesores para que impartieran las materias correspondientes y es así como muchos maestros iniciaron un nuevo ciclo en sus carreras magisteriales.
Suponemos que nadie de los alumnos de la época puede olvidar a la famosa maestra Tulita Ponce de León quien daba clases de inglés en todos los grados, y en todos su tema era el “tu bi o no tu bi”. El costeño que siempre habló con la “j” de su terruño en vez de usar la “s” y que por ello jamás pudo aprobar inglés, fue “La Jaiba”, Baltazar Solís Galeana, gran nadador como su hermano Che Lupe. “A ver Baltazar, le dijo la maestra Tulita, por último y para que yo te pase de año, dime: ¿Cómo se dice si en inglés?
Y aquél, con voz costeña y grave le contestó: ¡Yej!... ¡Reprobado!
El viernes 26 de mayo de 1961 salió oficialmente al aire la estación de radio XELI. Mi amigo y vecino Sergio Álvarez Calleja (qepd) me llevó a presentar con el gerente de la estación, don Hermilo Castorena Noriega quien a la vez era administrador de la oficina de Telégrafos Nacionales en Chilpancingo y su despacho se localizaba donde en la actualidad funciona la tienda “Superla” (avenida Álvarez esquina con república de El Salvador). Me hizo una prueba de voz, la pasé y me quedé en la planta de locutores.
Me tocó en suerte conducir un gran programa, “Festival de la Música Moderna”, que se transmitía de lunes a viernes de 7 a 8 de la noche, era el más escuchado porque estaba de moda el rock and roll y los grandes intérpretes como Alberto Vázquez, Enrique Guzmán, César Costa, Angélica María y grupazos como Los Rebeldes del Rock, Los Teen Topos, Los Hooligans, Los Locos del Ritmo, etcétera y, obviamente era la edad de la punzada. Muchachas y jóvenes de la secundaria, al salir de clases me anotaban en trocitos de papel de sus libretas los nombres de sus novios o novias y me pedían los mencionara en el programa, con lo que me gané el cariño de todos mis compañeros que tenían por única diversión el radio, la famosa XELI, que se localizaba fuera de la ciudad. No, aún no llegaba la televisión… así que el radio era lo novedoso y lo más sobresaliente.
Pero no era el único programa que me tocaba. A veces iba en las noches a transmitir “Canciones en la Noche” (de nueve a diez de la noche), y para adornar las dedicatorias a las muchachas o señoras que gustaban de oír al trío Los Panchos, Los Tres Ases, Los Tecolines, Los Jaibos, El Trío Montealban, Los Soberanos, Los Santos y muchos más, ponía yo un fondo musical como “Marea Baja”, con la orquesta de Stanley Black y leía por ejemplo, con voz melodiosa y acariciadora: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche…”.
Una tarde, en la primera hora de literatura, llegó al salón el profesor Javier Méndez Aponte, y luego de presentarse y explicar en qué consistiría su clase en ese año escolar, me dijo: “A ver, usted jovencito. Díganos un poema”… Puesto de pie le contesté nervioso: “Disculpe, profesor; no, no me sé ningún poema”…. La respuesta encolerizó al profesor Méndez quien tenía un carácter de aquellos… ¡Cómo que no se sabe ningún poema, si yo lo escucho todas las noches cuando usted dice los poemas en el radio!... “Disculpe, profesor, pero es que yo los leo”… Pues, para la próxima clase me trae aprendido un poema y aquí lo va a decir…  Y así fue como me aprendí “Tiempo”, del gran  Renato Leduc.

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