viernes, 8 de julio de 2016

COLUMNA

Asesinato de Pancho Villa

Apolinar Castrejón Marino
El día que asesinaron a Pancho Villa, él venía conduciendo su automóvil Dodge Brothers color negro. En el asiento derecho iba su lugarteniente Miguel Trillo, y en el asiento trasero otros 3 acompañantes.
Circulaban lentamente por la calle Juárez, rodeando la plaza principal, y al aproximarse a la esquina con la calle Gabino Barreda, disminuyeron la velocidad. Ninguno advirtió al vendedor de dulces, que en el momento que vio acercarse el automóvil y asegurarse de que Villa iba al volante, se quitó el sombrero con la mano izquierda, como saludando a la distancia.

Esta era la señal convenida por los asesinos: se quitaría el sombrero con la mano izquierda o derecha, para indicar a los tiradores de qué lado iba su víctima. Estaban amampuestados en las ventanas de los cuartos que habían rentado, sin más propósito que espiar cuando pasara Pancho Villa y asesinarlo.
Melitón Lozoya, Jesús Salas, José Barraza y Juan López Sáenz estaban en una ventana apuntando sus rifles 30 – 30, hacia donde vendría Villa. En la otra ventana se encontraban José Sáenz Pardo, Librado Martínez, José Guerra y Ruperto Vera. No había manera de que “El Centauro del Norte” escapara de la emboscada.
Todos dispararon al mismo tiempo la primera descarga al asiento del conductor, y enseguida disparos a discreción sobre todo el automóvil. Los primeros 8 disparos convirtieron en polvo el parabrisas y fueron a impactar el cuerpo de Villa. Murió al instante, pues 3 balas se alojaron en su cabeza, y una bala expansiva le destrozó el corazón.
El automóvil, sin control fue a impactarse contra un árbol. El cadáver de Villa quedó recostado sobre su asiento, y el de su copiloto Trillo, quedó colgando hacia afuera por la ventanilla. Los que iban en el asiento trasero, hechos bola, nadie pudo escapar. En un minuto habían recibido 150 balazos.
Pancho Villa había venido a Parral, Chihuahua, desde el día 14 de julio a visitar a Manuela Casas, una de sus mujeres. Asistió a una fiesta de bautizo, hizo varios negocios de compra de ganado, y aprovechó para escribir varios telegramas preguntando por la situación política en el centro del país. Ese día 20 de julio iría de regreso a su hacienda de “Canutillo”, pero fue asesinado a las 8 de la mañana.
Francisco Villa es uno de los máximos íconos de la Revolución Mexicana. Le llamaron “El Centauro del Norte”, porque parecía un semidiós de la guerra, valiente, inteligente y cruel. Organizó su ejército llamado “La División del Norte” y formó su guardia personal o Estado Mayor a los que bautizó como “Los Dorados” debido a los galones metálicos que lucían.
Participó en incontables batallas en contra del ejército mexicano y contra el estadounidense. Hizo avanzar la revolución desde los estados del norte hasta el centro del país. Y también tuvo los enemigos más formidables como Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, quienes solo pensaban en el poder de la presidencia de la república. 
Pancho Villa nunca tuvo aspiraciones presidenciales, pero Obregón y Calles le tenían temor debido a su gran carisma, y al cariño que la gente le tenía. En 1920 decidió retirarse de la lucha armada, y pactó su tregua con Obregón, que era el Presidente. Le concedieron conservar a sus “Dorados”, y le obsequiaron la Hacienda de “Canutillo” donde se dedicaría a la agricultura y la ganadería.
Nació el 5 de junio de 1878 en Río Grande. Durango. Su nombre fue José Doroteo Arango Arámbula, y a los 17 años, por líos con la justicia, cambió su nombre a Francisco Villa para escapar de la persecución policiaca.  

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