lunes, 19 de septiembre de 2016

COLUMNA

La sierra del estado de Guerrero

Apolinar Castrejón Marino
Con una candidez que no corresponde a un viejo político priísta el Presidente Municipal de Chilpancingo, Hector Astudillo cree positivamente que la legalización de la amapola, terminará como por ensalmo con todos los delitos procedentes del narcotráfico.
Y con ello sólo demuestra su incompetencia, o la gran flojera que lo embarga para hacer su trabajo, el cual sería precisamente combatir la inseguridad y la delinc
uencia.
Tomemos como antecedente su reciente visita a la región de la sierra correspondiente a los municipios de Heliodoro Castillo, con cabecera en Tlacotepec, y Leonardo Bravo, con cabecera en Chichihualco.  Según él se lució llevando las clásicas despensas para acarreados priístas, además de cobertores, y algunos paquetes de pollos. 

Todos entendimos que el propósito era calmar un poco la ancestral hambruna, menos los mal llamados sierreños, pues los asesinatos y los asaltos se multiplicaron por allá, y aún se tomaron la licencia de venir a ejecutar a sus enemigos a la mal llamada capital del estado de Guerrero.
Y ahora, don Astudillo nos viene con la batea de babas que en la sierra siembran mariguana y amapola, porque definitivamente no tienen ninguna otra alternativa, y otra vez nos deja ver su ignorancia de las peculiaridades de las distintas regiones y zonas, del estado que cree que gobierna.
Al respecto les diremos que en las localidades más altas Puerto del Gallo y El Toro Muerto cuentan con gran cantidad de recursos maderables, que hace más de 3 décadas explotaba la Forestal “Vicente Guerrero”. Las localidades de la sierra alta, Otatlán y Santa Elena, donde se produce gran cantidad de amapola, antes eran de tradición cañera, y aún hay 2 “trapiches” que producen miel y piloncillo.
A lo largo del río que nace en Otatlán, se aprecian plantíos de aguacate, ajonjolí y maíz. Hasta en Pandoloma y Las Vinatas, como hace tanto frío nos cuentan que hacen paletas y nieve. Entonces ¿Qué pasa? Pues que no hay mercado para sus productos.
En la parte más baja, Huautla y Hacienda Vieja son grandes productoras de ciruela, y como son localidades que se encuentran en las riberas del río, dedican sus huertos al cultivo de verduras, melones y sandías. 
En esta temporada de lluvias, abundan los mangos, las guayabas, los duraznos y las peras. Podemos ver a los sierreños en los mercados de Chilpancingo vendiendo de a una cubetita por 10 pesos, y aún la gente les regatea ese precio. Allá en la Sierra se ven los árboles de aguacate bien cargados de este producto, pero ya no sirven pues la lluvia los daña. 
Los árboles de ciruela están cubiertos de hojas, pero no tienen producto. Sin embargo tienen algo muy preciado en sus entrañas, iguanas. Ese reptil gusta de rasgar la corteza de los ciruelos, sabiendo que su interior es hueco, y ahí hacen sus nidos, en los cuales puede haber hasta 20 animales de todos tamaños.
Los lugareños “mañosos” echan una rama encendida en el hueco del árbol, y con la lumbre y el humo, las iguanas salen corriendo asustadas. Afuera los chamacos las aguardan con palos y piedras, y así consiguen fácilmente la comida del día.
Entre los cultivos de maíz se encuentran casitas improvisadas donde los rancheros viven cuidando sus animalitos de corral: gallinas y chivos. Otros más afortunados tienen una vaca, o un caballo, o un burro. Por toda la extensión de la sierra, hay mucha fruta de temporada como capulines, nanches garambullos. Y otros productos comestibles como hongos, quelites, y toronjil.
En este escenario bucólico, los campesinos toman leche natural de vaca o de cabra, y huevos de gallinas que se alimentan de insectos y zacate. Dependiendo de su habilidad en la cacería, atrapan conejos, venados y aves. 
Desde luego, en cada casa hay por lo menos una pistola y una escopeta, y para efectos prácticos los hombres regularmente traen un revólver al cinto.
Entonces ¿De qué pobreza estamos hablando? Bueno, no tienen computadoras ni Internet, ni tienen plazas comerciales, ni teatros, ni cine, ni bancos, ni boutiques. Están mejor ¿No?

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