jueves, 8 de septiembre de 2016

COLUMNA

Nicolás Alvarado vs. Juan Gabriel 


Apolinar Castrejón Marino
A los lobos fanáticos de Juan Gabriel pegados a la red social Twetter, que atacaron a Nicolás Alvarado, se les olvidó el aforismo atribuido a Voltaire (Voltier): “Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con la vida tu derecho a decirlo”. 
Pero la más grande decepción es que el “Rector” de la Universidad Nacional Autónoma de México, Luis Graue aceptó su renuncia a TV UNAM, en respuesta a las opiniones publicadas por los twitteros, y en varios medios de comunicación electrónicos, contra su artículo “No me gusta Juanga”, publicado en el periódico Milenio en el cual calificó a Juan Gabriel como “naco”, “elemental” e “iletrado”.
Quizá los twitteros sean tan ignorantes que no conozcan el pensamiento del más grande representante de la Ilustración, que destacó el respeto y la tolerancia para todas las expresiones de pensamiento. Y se escandalizaron por las opiniones de Alvarado, conocido crítico, intelectual y periodista de larga trayectoria. 

¿Pero el Rector? Se supone que es el dirigente de “La Máxima Casa de Estudios” de nuestro país. Se llama Universidad, precisamente por que alberga lo universal, porque en su seno, toda opinión fundamentada tiene cabida, porque hay tolerancia hacia lo plural, y porque cada quien puede expresarse libremente.
Hasta suena a burla el “reconocimiento” del rector ante la salida de Nicolás Alvarado, “…por la dedicación y la creatividad empeñada durante su gestión al frente de TV UNAM”. Y su deseo “…por el éxito en futuros proyectos personales y profesionales” del que dice, es su amigo.
Recordemos que en el programa televisivo de divulgación literaria “La Dichosa Palabra” que transmite el Canal 22, Nicolás Alvarado derrochó conocimiento y humor, al lado de Pablo Boullosa, Laura García, Germán Ortega y Eduardo Casar, en 3 temporadas que los acompañó. 
Se mostró como un maravilloso charlista, y a muchos mexicanos nos ha ilustró en sus participaciones: cómo se miden los colores (Código Pantone), como se llama el lenguaje de los niños que están aprendiendo a hablar (hipocorístico), y por qué se llama tenis al deporte que se juega con raquetas. 
Conocimientos extraídos de sus miles de horas de lectura de grandes –y pequeñas– obras: como miden el “rating” las televisoras, la falsedad de algunas pinturas, “lo que no se vio de las películas, entre otras mil cosas más.
Es tan vasta y tan sólida la cultura de Nicolás Alvarado, que quizá sería el único mexicano que podría definir la palabra cultura, en términos que los entendiera hasta un diputado.
Aprovechamos el viaje para precisar que, François Marie Arouet Voltaire nació en París el 21 de noviembre de 1694. Fue escritor, historiador, filósofo, abogado y miembro de la Academia francesa. 
Y también aclaramos, que tenemos referencias que Evelyn Beatrice Hall fue una escritora del Reino Unido, que empleó el seudónimo Stephen G. Tallentyre para publicar sus obras, entre las que se cuenta “Los amigos de Voltaire”, publicada en 1906, una de las más completas y precisas biografías del filósofo. 
Tratando de resumir el pensamiento de Voltaire, escribió la frase “Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con la vida tu derecho a decirlo”, y muchas gentes pensaron que fue el filósofo quien la había expresado. Entonces es un error “citar” que Voltaire la dijo.
Recién nos enteramos que como tratando de enderezar las cosas, en entrevista con el periodista Ciro Gómez Leyva, en su programa de Radio-Fórmula, Nicolás Alvarado, ofreció una disculpa, pero no por lo que dijo, sino por lo inoportuno del momento de decirlo.
Y reconoció que sus comentarios fueron publicados en un momento en el que la sociedad mexicana estaba adolorida ante la pérdida de una figura que gozaba del aprecio de millones y que en ese momento “había tristeza, y dolor”. 
La paradoja es que hoy, todos los mexicanos saben de la existencia de Nicolás Alvarado, y antes del incidente, ni un millón de compatriotas sabían de él.

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