miércoles, 23 de noviembre de 2016

COLUMNA

 Sufragio Efectivo 
 No Reelección

Apolinar Castrejón Marino
Como todos sabemos, ninguna forma de gobierno es favorable a los ciudadanos, pero la peor es la dictadura porque el poder se concentra en un solo individuo que impone su voluntad, y beneficia a una minoría que lo apoya por conveniencia.

La monarquía es menos peor, porque consiste en que una familia se adjudica el poder, y se lo hereda de padres a hijos, argumentando que son designios divinos. Según la historia que se hayan inventado son descendientes de algún Dios.
La aristocracia tampoco es favorable, porque mediante procedimientos secretos se escoge a “los mejores” para que detenten el poder. Y entre todas estas, se encuentra la democracia, que se considera un gobierno “del pueblo, y para el pueblo”.
Se considera una de las formas avanzadas, porque incluye la división de poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Y los gobernantes son electos mediante procedimientos equitativos y transparentes. No se ría porque esto es cosa seria.
Los mexicanos han vivido en carne propia estas formas opresión y explotación, y todos recuerdan una media docena de tiranos, entre los que destacan Antonio López de Santa Anna, Agustín de Iturbide y Porfirio Díaz.
Porfirio Díaz fue vencido en cuatro elecciones presidenciales durante diez años, por Juárez, por Lerdo de Tejada, y por José María Iglesias, hasta que encontró la fórmula: “quien cuenta los votos gana las elecciones…”. Y se quedó 34 años en el poder, reeligiéndose siete veces.
Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebrón fue Presidente de México en once ocasiones, decretado dictador vitalicio con el tratamiento de Alteza Serenísima, para lo cual hizo como que participaba en partidos políticos aunque fueran contrarios: realistas, monárquicos, republicanos, unitarios, federales, liberales y conservadores. 
Agustín de Iturbide se mandó coronar Emperador de México. Sus hijos recibieron tratamiento de príncipes, su padre Joaquín, príncipe de la Unión y su hermana María Nicolasa, princesa de Iturbide. Creó su moneda oficial del imperio, y su corte imperial contaba con mayordomo mayor, caballerizo mayor, capitán de guardia, ayudantes del emperador, y limosnero mayor.
También tenía a su servicio capellanes, capellán mayor, teniente de capellanía mayor, capellán privado de la familia, confesores, predicadores, predicadores honorarios, hayo de los príncipes, maestro de ceremonias, y sumiller de palacio.
Además, había gentiles hombres de cámara, mayordomos, camarera mayor, dama primera y guarda mayor, damas honorarias, camaristas, médico y cirujano de cámara, médico y cirujano de la familia imperial, maestro de los caballeros, pajes, maestro de los príncipes, pedagogos, ujieres de palacio, ayudas de cámara, peluqueros, guardarropas, impresor de cámara e introductor de embajadores ¿Otra cosita?
Por esas y algunas otras razones, el 27 de noviembre de 1911 siendo Presidente de la República Francisco I. Madero, apareció publicado el decreto que prohíbe la reelección tanto del Presidente como de los gobernadores de los estados.
El Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, en ejercicio de la facultad que le confiere el artículo 127 de la Constitución Federal y, previa la aprobación de la mayoría de las Legislaturas de los Estados, declara reformados los artículos 78 y 109 de la Constitución, en los siguientes términos:
Artículo 78. El Presidente y el Vicepresidente entrarán a ejercer sus encargos el 1° de diciembre, durarán en él seis años y nunca podrán ser reelectos.
Artículo 109. Los Estados adoptarán para su régimen interior la forma de Gobierno republicano, representativo, popular. El período para el cargo de Gobernador no podrá exceder de seis años.

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