viernes, 2 de diciembre de 2016

ARTICULO

 Aprendiendo a aprender


César González Guerrero
Lo hermoso de vivir en el campo es conocer y experimentar realidades que diariamente nos ofrece la naturaleza, muy diferentes a las que se tienen en las zonas urbanas y las grandes ciudades, y eso  permite forjar el carácter de fuerza, enérgico, lucha, sobrevivencia y solidaridad humana que sobre pasa cualquier situación adversa.

El sufrimiento por carecer de lo indispensable; el sacrificio por cubrir necesidades a través del esfuerzo y trabajo; sobreponerse a penas y tristezas cuando no se cumplen los sueños e ilusiones; compartir las alegrías y momentos llenos de felicidad, con los amigos de la infancia; experimentar las diversas sorpresas de la vida misma;  asimilar los maltratos, marginación, regaños, golpes, violencia, etc, todo como producto de la ignorancia de nuestros mayores, son parte fundamental en el proceso de formación de la personalidad valiente de los jóvenes del medio rural.
Desde muy pequeños, hombres y mujeres del campo, tienen la necesidad de cubrir  los vacíos de un pueblo carente de los elementales servicios públicos, como es el agua potable, alumbrado y electrificación, drenaje, telecomunicaciones, vías de comunicaciones, calles pavimentadas, que de por si afectan la salud, pero también paradójicamente desarrollan la capacidad creativa del individuo para solucionar ese tipo de cuestiones básicas para la vida.
El pequeño aprende jugando y así empieza a construir brechas, caminos, carreteras, vados y puentes en el piso de tierra, también transforma los “pozos y corrientes de agua”, en imaginarias presas y canales de riego, trata de edificar viviendas que lo hacen pensar como un futuro ingeniero. Y así, al paso de los años,  poco a poco va encontrando su vocación profesional, a la vista de los padres y de la gente del pueblo que los ve entretenidos, jugando con la imaginación, haciendo lo que quieren hacer por su tierra, un pueblo desarrollado y sin carencias.
No debemos olvidar que la máxima ilusión de la mayoría de los padres, mas en el área rural, es que su hijo o hija logre ser un “profesionista” y en algunos casos, se ha llegado al extremo de “pedirles”, que estudien “aunque sea de maestro”. Al fin que esa carrera es corta y no tan difícil. Es más se atreven a decir que ganan muy bien, sin trabajar tanto. Bueno eso se decía antes, ahora tal vez sea diferente la opinión.
Y las familias buscaban ejemplos entre los conocidos del pueblo, para que sirvieran como modelo a seguir, y es así como muchos se hicieron famosos. En mi pueblo Copala, por los años 1960-1970, escuchamos nombrar a distinguidos maestros como Ramiro González Mendoza, Alfonso Lozano González, Sabino Aparicio Suastegui, Macario Aparicio Ortega, Salomón González Suastegui, Aldegundo Pérez Guerrero, Alfonso Verdín Suastegui, entre otros que por respeto del espacio no menciono. Pero también ya se mencionaban abogados como los Licenciados Filadelfo Guerrero Tejada, Simón Ventura Silva; también Doctores como Jesús Gutiérrez Tenorio, Aniceto Figueroa Dimayuga, y el Dentista Aniceto Carmona Aranza, ellos fueron, sin duda,  modelos a seguir ahora por una buena cantidad de profesionistas copaltecos.
Hay una melodía que se llama precisamente Que vas a ser cuando seas grande, y si no mal recuerdo la canta el artista Laureano Brizuela, que nos invita a reflexionar acerca de lo que muchos jóvenes  y aun niños, se preguntan y les preguntan. Las respuestas son variadas, depende de la situación de cada quien.
Para empezar yo recuerdo que al menos en mi tierra Copala que, como todas las comunidades tienen grandes carencias, es de rigor la pregunta que se hacen a los pequeño, ¿qué vas a ser de grande?: unos muy inocentemente contestan que no saben, otros tal vez menos inteligentes dicen que “cargador” porque ven en ellos a una persona fuerte y musculosa, otros más dicen que “policía” debido a la alta responsabilidad de portar un arma, otros posiblemente más inteligentes dicen que “licenciado”, en fin la mayoría si aspira a ser alguien en la vida.
Pero cuando la respuesta es negativa, significa que el menor desconoce sus capacidades, habilidades y destrezas y es ahí en debe entrar en acción la participación del Maestro, del que sabe que al joven hay que prepararlo y educarlo para ser algo importante en la vida, es ahí en donde se presenta  la oportunidad para el Padre y el Maestro de ser verdaderos formadores del presente y futuro de México. Esos son los forjadores de los jóvenes que nuestro país exige. Pero para ello también se requiere responsabilidad y compromiso. Estamos a tiempo.

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