jueves, 26 de enero de 2017

COLUMNA

 La Constitución Mexicana

Apolinar Castrejón Marino
La Constitución Política, fue un intento de poner fin al desorden, la inseguridad, y la pobreza, ocasionados por el conflicto armado que se dio  entre los grupos políticos, porque buscaban beneficios, propiedades, y poder.
Ese enfrentamiento fue llamado revolución mexicana, y duró casi 20 años. Hoy hablaremos de la etapa de promulgación de la constitución promovida por Don Venustiano Carranza; algo así como lo que está haciendo ahora el jefe de la Ciudad de México Miguel Ángel Mancera.

Pero mire, la historia no es como los desfiles en que los niños y jóvenes se caracterizan como Pancho Villa, Emiliano Zapata, y Don Francisco I. Madero, y van todos juntos, y todos son conocidos como revolucionarios.
Es cierto que los "cuatro señores” de la guerra eran: Pancho Villa, Emiliano Zapata, Venustiano Carranza y Álvaro Obregón, pero cada uno peleaba por algo diferente.
Don Venustiano Carranza, era el “Primer Jefe” del Ejército Constitucionalista, y cuando el  usurpador Victoriano Huerta, fue obligado a renunciar a la presidencia en julio de 1914, tomó ese lugar, apoyado por los jefes militares.
Sin embargo, no fue reconocido por los zapatistas como su presidente, ni querían juntarse con los militares, porque durante años los habían perseguido, y habían asesinado a sus compañeros de lucha.
Sin tomar esto en cuenta, Carranza convocó a una gran alianza de Jefes Militares y Gobernadores de los Estados, que se realizaría el 1º de octubre de 1914 en la Cámara de Diputados de la Ciudad de México.
Los zapatistas del Estado de Morelos, no acudieron, y los villistas del norte del país, no quisieron trasladarse hasta la ciudad de México. Entonces, Carranza les propuso que se reunieran en la Ciudad de Aguascalientes, el 10 de octubre de 1914, para acordar las leyes que gobernarían a los mexicanos.
Los villistas quedaron satisfechos de reunirse en ese lugar, pero los zapatistas se hicieron los remolones, y arribaron hasta el 26 de ese mes,  llevando a 2 gallos forjados en lo más duro de la lucha; Paulino Martínez y Antonio Díaz Soto y Gama.
Los militares y los políticos se enfrascaban en grandes discusiones, por el reparto agrario, el sufragio, las  juntas de gobierno, y la desmovilización de los ejércitos, ante la concurrencia más insólita: campesinos, jornaleros y maestros rurales, revueltos con cuatreros, y obreros.
Los obregonistas, eran terratenientes y comerciantes, los villistas eran rancheros, caballerangos, forajidos, y hasta delincuentes, como el mismo Villa.
Por la tarde del 27 de Octubre habían logrado algunos acuerdos, y los delegados sureños procedieron a la firma de la bandera, pues según ellos era una garantía de compromiso para que el bien de la patria, estuviera por encima de todo.
Estamparon su firma por turno: Paulino Martínez, Manuel Diéguez, Eulalio Gutiérrez y Constancio Farfán “El Cristo”. Pero cuando le tocó el turno a Antonio Díaz Soto, en vez de estampar su firma, tomó la  bandera, y dijo a los espectadores que no firmaría sobre ese simple trapo.
“…creo que la palabra de honor vale más que la firma estampada en ese estandarte, que…no es más que el triunfo de la reacción clerical encabezada por Iturbide ¡Señores!, jamás firmaré sobre esta bandera. Estamos aquí haciendo una gran revolución que va expresamente contra la mentira histórica…que está en esta bandera”.
La reacción fue electrizante: todos desenfundaron sus armas dispuestos a ejecutar al irrespetuoso y antipatriota. 

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