martes, 28 de febrero de 2017

COLUMNA

 El Coyote Celedonio Serrano

Apolinar Castrejón Marino
Don Celedonio Serrano, mejor conocido como “El Coyote” profesor rural, poeta, maestro de literatura, escritor y corridista, y decidió pasar en Tixtla sus últimos años disfrutando de la tranquilidad del lugar y la hospitalidad de la gente.
Vivía en la calle principal (Vicente Guerrero), a media distancia entre la Iglesia de “El Santuario” de la Virgen de la Natividad, y la Iglesia “del centro” de San Martín de Tours, Santo Patrono de la ciudad.

Celedonio Serrano viajó, preguntó, investigó y redactó la obra El Coyote, en forma de corrido, con el tema de la Revolución Mexicana en Guerrero. Ahí aportó fechas, datos y nombres de los hechos revolucionarios, no consignados en la “historia oficial”. Siendo  gobernador Don Rubén Figueroa, le obsequió un ejemplar de este libro, y cuenta la anécdota que Figueroa lo felicitó, con su peculiar estilo: “Oye cabrón, ¿Cómo le hiciste para escribir este libro? ¡Qué bárbaro, escribiste una chigonería! “Don Cele” pudo sacar provecho de este trato y se convirtió en diputado local.
En su juventud, Don Cele también fue amigo del maestro Raúl Isidro Burgos, quien le facilitó su ingreso a la escuela para maestros en la ciudad de Arcelia, cercano a su tierra de origen, “Puerta de Arriba”, municipio de Tlalchapa, en la región de Tierra Caliente. Queriendo ampliar sus horizontes, Don Cele se cambió de escuela a la Normal de Ayotzinapa, en Tixtla, y se fue a trabajar como maestro rural.
Con el paso del tiempo se hizo hijo adoptivo de Tixtla, y ahí escribió sus mejores obras. Para los niños escribió “El cazador y sus perros”, “El Empautado”, que es una novela de mitología local, en la cual se refiere a esas personas que viven en la riqueza, pero no la disfrutan. Un “empautado” es alguien que firmó un pacto con el diablo para que le diera riquezas, a cambio de su alma.
Y desde luego “El Coyote”, una obra de 333 páginas, formada por cinco mil versos, inspirado en la recia personalidad del general  zapatista Nabor Mendoza, valiente y parrandero, pero noble y leal. Está hermosamente ilustrada por los grabadores Gabriel Fernández Ledezma y Francisco Moreno Capdevila. Fue editado por la SEP en 1951.
Con su obra “El Corrido Mexicano no deriva del Romance Español”, obtuvo el grado de master en letras por la UNAM. Otras de sus obras son “Nuevo diálogo de la lengua”, “Voces del campo”, “Nuevo júbilo”, y “Cuentos de mi infancia”, una pequeña autobiografía en la que él mismo se menciona con la siguiente expresión: ¡Yo soy el coyote de la pradera!
Las sociedades de escritores de Argentina y Austria le rindieron homenaje en vida, en reconocimiento a su talento, y la Universidad Autónoma de Guerrero le ofreció un homenaje el 6 de octubre de 2001; con el pequeño detalle que Don Cele ya había fallecido. El entonces rector Florentino Cruz Ramírez, en la euforia del acto, ante los concurrentes y ante Raúl Serrano, hijo de don Celedonio, se comprometió a editar su novela El Empautado. Sin embargo, el compromiso se le olvidó.
En los últimos años de su existencia, los estragos de la edad, y quizá por la mucha actividad que realizó, sus facultades mentales lo traicionaban. Tenía por costumbre acudir al mercado con su esposa a comparar algo para comer, y se regresaban caminando a su casa. El trayecto de 6 cuadras, y las compras lo realizaban en 5 horas.
Cuando su esposa falleció, iba el solo al mercado y ahí se comía un tamal, con una jícara de atole, y luego se sentaba a descansar en una banca del jardín. La gente lo saludaba con afecto, y ocasionalmente le pedía que le contara algunas historias. Don Cele no se hacía del rogar, pero en sus relatos, sin proponérselo, confundía y alteraba fechas, personajes y acontecimientos.
Los lugareños medianamente instruidos, no habían leído las obras de Don Cele, pero les gustaba escuchar cómo él se refería a personajes como Emiliano Zapata, a quien convertía en Superman, que no le entraban las balas, montando en su caballo blanco que tenía alas como un Pegaso, y volaba por sobre los montes.
Cuando ya se sentía cansado, se despedía de sus escuchas, a quienes indefectiblemente les preguntaba: ¿Tú sabes por donde vivo? Algunas personas lo “encaminaban” hacia su casa, otras lo llevaban pacientemente, y otras solo le indicaban el camino.
Don Celedonio Serrano Martínez, nació el 3 de Marzo de 1913 en Puerta de Arriba, municipio de Tlalchapa, y falleció el 21 de enero de 2001.

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