viernes, 3 de febrero de 2017

PRIMERA PLANA

  Continuó hoy la crisis de
desechos  en Chilpancingo

Luis Jijón.- Hasta ayer, don Juan Castro llevaba cinco días con su camioneta llena de basura, porque no hay dónde tirarla. Es muy probable que todavía cargue con ella. Él es uno de los recolectores de La basura jefa, grito de batalla de quienes prestan el servicio  de recaudación de manera informal, pero que parecen estar más organizados que la burocracia.

Desde el viernes, en Chilpancingo nadie sabe qué hace con la basura. Por una orden judicial, el ayuntamiento cerró el tiradero municipal ubicado al sur de la ciudad porque ya no había capacidad para recibir más, sin embargo,  desde hace cuatro años debieron cerrarlo, porque desde entonces agotó su vida de uso.
A partir de ese día la basura brotó por todas partes: las esquinas de las calles céntricas de la ciudad lucen como basureros de mercado con días de abandono. No sólo por la cantidad, también por los olores. La acumulación de basura llegó al grado de una declaratoria de emergencia sanitaria por la Secretaría de Salud.
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Los recolectores de “La basura jefa” estuvieron hasta el miércoles en el Zócalo con sus camionetas repletas de basura para presionar al alcalde Marco Antonio Leyva Mena para que abra otro lugar dónde tirarla. Ahí les llegó la notificación de emergencia y la salida inmediata del edil fue habilitar un basurero en un terreno.
El predio de 80 hectáreas ubicado sobre el libramiento a Tixtla, cerca del cerro Machohua,  fue el lugar donde llevó toda la basura que se habían almacenado por días en el zócalo. El lugar no cuenta con permiso ambiental para albergar el desperdicio y se sabe que pertenece a Ronaldo Leyva Adame, padre del alcalde.
Aunque ahora el zócalo de la ciudad luce impecable, vecinos denuncian que se sigue sin conseguir que la basura desahogue las calles, sobre todo en colonias populares.
Don Juan recorre desde hace siete años las 600 colonias para recoger la basura que el Ayuntamiento no recoge. “Nunca se había visto tanta basura junta o que en el Zócalo se vinieran a estacionar camionetas cargadas de basura. Esto se salió de control y hoy somos los afectados todos. No hay dónde tirar basura, y tenemos que vivir entre los olores y con riesgo de enfermedades por la suciedad”, dice en entrevista.
La contingencia también les pega en el bolsillo: “la falta del basurero nos ha causado graves problemas, porque no podemos salir a trabajar, y no tenemos recursos para nuestra familia, los chamacos te piden para la papa”.
CUBREN PROBLEMA CON CAL
El recolector vive en la colonia Zapata, y hasta allá llevó su camioneta con basura, a diferencia de sus compañeros que se plantaron en el Zócalo, pero los vecinos comenzaron a quejarse por el olor y los gusanos que caen al suelo. Ayer tuvo que aplicarle cal para mitigar el olor, pero no es suficiente.
Los empleados de la Secretaría de Salud también intentan cubrir los olores con la cal. María del Socorro compartió esta mañana que en cuanto su hijo llegó a la escuela, la primaria Himno Nacional, vomitó: el camino a la escuela está atrapada entre basura putrefacta y malos olores.
Entre las calles Leona Vicario y Amado Nervo, cruce en la que está la escuela primaria, hay por lo menos 100 bolsas de basura desde hace más de cinco días.
En las jardineras del parque del barrio de San Mateo está una cartulina en la que se lee: “No tirar basura”. Pero lo que ahí se ve es todo lo contrario: bolsas con basura de todos los tamaños. “Esto es un desmadre, vivimos entre una mierda, no podemos estar ni en nuestras propias casas; las autoridades no dan respuesta para cuándo estará resuelto este problema. Las calles son un basurero”, comenta doña Socorro Díaz, una vecina del barrio de San Mateo.
En el mercado de alimentos Benito Juárez, ubicado al norte de la ciudad, en los días de contingencia se convirtió en un basurero clandestino. “Tenemos pérdidas de más del 50%, la gente no viene, le da asco, el olor es fuerte. A esta hora yo ya había vendido muchas tazas de café con los sierreños (habitantes de la Sierra de Guerrero), pero ahora nada”, dijo hace un par de horas una mujer que atiende en la fonda doña Mari.
Del otro lado del mercado, doña Sofía se pelea con las moscas que intenta sentarse en la comida. Vive la misma suerte que la de la otra fonda: “nos ha pegado muchísimo el problema de la basura, la gente no viene. Afuera agarraron como basurero, hay cerros de bolsas de basura y nadie viene, nadie nos dice cómo los puedo apoyar”.
Francisco Osorio Flores, presidente de la organización de empresarios Levantemos Chilpancingo, reclama que la organización advirtió un problema de salud pública, “pero nos tacharon de locos”.
Desde el año pasado, según el empresario, la organización pidió entrevistarse con el alcalde Marco Antonio Leyva Mena para tratar el tema de la basura.
Desde el viernes pasado, el ayuntamiento de Chilpancingo no tiene dónde tirar las 350 toneladas, que de acuerdo a cálculos del propio ayuntamiento, se genera al día en la ciudad.
Hace un año el alcalde discute públicamente con los alcaldes de Eduardo Neri, Pablo Higuera, y Tixtla, Hossein Nabor, por el tiradero intermunicipal que otras administraciones planearon en la comunidad de Metlalapa (Tixtla).
Al no conciliar acuerdos, el gobierno del estado les propuso un basurero mixto sólo a Chilpancingo y Eduardo Neri, en el lugar conocido como El Platanal, que pertenece al segundo de los municipios, pero aún no está acondicionado.(lasillarota.com).

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