jueves, 2 de marzo de 2017

ARTICULO

 Prometer y Mentir

Juan López
Siempre han sido sinónimos; lenguaje figurado como un inocente tropo con el que se distrae a la gente. Cuando Cristo predicaba, uno de sus compromisos espirituales era, no mentir. Tenía con la verdad el Redentor, un apego incólume. Desde la antigüedad sabemos que donde comienza la simulación empieza la farsa: Prometer y mentir es la dualidad funesta de la política. Como si fuera su fría y esencial naturaleza y, entre mayor y sutil es el recoveco que se logra con las palabras, superior es la admiración que el aspirante despierta entre sus feligreses. Por su simple y banal verborrea abundan, más entre priistas, quienes admiran y respetan a René Juárez Cisneros como un dechado de oratoria, cuando todo lo que sabe hacer el propenso burócrata, es utilizar lugares comunes,  cero ideas y la repetición de una cantaleta huérfana de pensamiento ideológico.

Pero también sobran los aprendices, los novatos que ante la falta, carencia de talento y magín, asumen el síndrome de la promesa, los arrebatos líricos de la mentira, para fomentar la incredulidad entre los pretensos electores. Atrás del Club de Golf, como escondiendo sus efectos y propósitos, en la calle Buganvilias, luce su leyenda una lona publicitaria que dice así: “Agua GRATIS para Acapulco”, postrer el martillazo de conciencia: “Con Jacko Badillo.
Leo atarantado y me pregunto, ¿qué hice Dios mío para merecer este sortilegio? ¿Por qué me agravian a mansalva cuando estoy en total desventaja,  indefenso para digerir estas falsedades?
Alguien debe contestarle a Joaquín Badillo que con Vicente Fox en la presidencia de la república y un tal Zaferino en la gubernatura del Estado, los ciudadanos hemos abrevado la amarga hiel, la poción de la frustración y el desencanto. Ofrecieron el puente y su respectivo  río, tentaron la desigualdad y enjugaron lágrimas de cinismo y el fin del día todos lo conocemos: se hartaron, escaparon a la soledad, al aislamiento donde nadie los juzgue, donde no haya justicia, ni leyes ni nada. Donde nadie les diga que hicieron mal. (Severo Mirón).
Por lo mismo los acapulqueños, de candidatos independientes, de aspirantes ciudadanos ya no queremos obras, deseamos promesas.
No te esfuerces por parecer sincero, honesto, probo, Joaquín. Lo evidentemente importante es que el Instituto Nacional Electoral, la denuncia pública de los acapulqueños y los partidos políticos, paren tu maniobra inequívoca electoral adelantada que vienes sufragando engañosamente como acostumbran los impostores.
La democracia cierto es imperfecta, pero a la que el elector aspira es aquella que pueda decir su nombre frente a las urnas: donde han de tomar formalmente su decisión los ciudadanos en un clima civil universal de libertad, secrecía y madurez de adultos.
Las seudo-campañas electoreras fuera de los tiempos y espacios específicos para su realización, éstos son nubarrones de sospechas, de miedo, de zozobra personal y grupal de quienes los cometen. No  permitamos que en Acapulco se sigan adelantando los adelantados, porque somos una sociedad civil consolidada con responsabilidades políticas sustentadas en la ley.
PD: “Prometer no empobrece. El dar es el que aniquila”: Refrán.

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