miércoles, 8 de marzo de 2017

ARTICULO

8 de marzo, Día
Internacional de la Mujer

Marisela Reyes, Reyes*
El arribo masivo de las mujeres a cargos de decisión, a través de las urnas o por diversos medios de selección o designación, para dar cumplimiento a sentencias específicas, atender recomendaciones internacionales y más recientemente como producto de reformas constitucionales y legales, ha convertido el espacio público en un campo de batalla y una zona de riesgo para las mujeres.

En ese contexto hostil, la pretensión de un ejercicio pleno de derechos fundamentales, de los derechos de las mujeres, se ha visto mermada, por la violencia física, verbal, psicológica y política, entre otras, a la que se nos expone en el ejercicio diario de nuestro trabajo, en muchos de los casos, por esa sola condición: la de ser mujeres.
Por ello, el derecho a compartir decisiones de manera igualitaria, no puede seguirse dando sin la instrumentación de una política pública que redefina la forma en cómo nos relacionamos mujeres y hombres en lo privado, pero sobre todo en lo público, espacio por definición de todas y todos; es decir, de nadie en particular, que no sean los ciudadanos.
A la incorporación de las mujeres a los cargos de decisión, debe seguir el rediseño de las instituciones del estado democrático, a fin de permearlas de actitudes y prácticas incluyentes, no discriminatorias, específicas, quizá temporales, si son necesarias, pero en todos los casos, enfocadas a revertir el déficit cuantitativo, pero sobre todo cualitativo que afecta a las mujeres.
La conmemoración del 8 de marzo, Día internacional de la Mujer, es un buen argumento para articularnos en la construcción de nuevos espacios simbólicos que atiendan las necesidades de unos y otras, así como en la generación de un discurso y práctica política diferentes, conciliatorias, al margen del acoso y el chantaje.
Necesitamos hablarnos con la verdad, no en entre líneas; dialogar en circunstancias igualitarias, en nuevos escenarios, consensuados de común acuerdo, dando un nuevo significado a la negociación, sustituyendo a los pactos, por la construcción colectiva, de igual a igual, sin menoscabo de nuestras diferencias y mucho menos a nuestras valías, sin acoso ni violencia política; en fin, sin regateo al ejercicio de  nuestros derechos.(Consejera presidenta del IEPC-Guerrero*).

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